Ser Padres

La experiencia de ser padres marca en la vida de un sujeto un punto de inflexión, un punto de quiebre, y porque no, de crisis. ¡Claro que sí! Ser papás es una gran crisis en nuestra vida, porque la paternidad supone una explosión de emociones, conceptos y vivencias nuevas. Es un encuentro cara a cara con la vida y las maravillas de Dios a través de la llegada de un hijo a nuestra casa. Crisis es ese tiempo donde los recursos personales que habíamos desarrollado hasta ese entonces, no nos sirven para abarcar lo nuevo que se nos presenta. Por lo tanto se inaugura un tiempo de confusión, de dudas, porque es necesario desarrollar nuevas estrategias para enfrentar y atravesar los nuevos desafíos.

Crisis es, de manera gráfica, como si estuviéramos cruzando por un puente, y de repente nos quitan las barandas. Estamos firmes, aún pisamos suelo firme, pero nuestros puntos de apoyo se han ido, aquello de lo cual nos aferramos no está. La paternidad, en el estado óptimo, no es la primera crisis que hemos enfrentado. Ya se cruzó y atravesó la adolescencia, la elección vocacional, la elección de pareja, la decisión matrimonial, el primer tiempo del matrimonio, etc. Estas son crisis evolutivas normales por las cuales todos pasamos, y debemos pasar. Pero a ellas se suman otras, que no necesariamente todas se atraviesan, pero que puede suceder, y son las crisis inesperadas: la enfermedad, alguna mudanza de comunidad, la pérdida de un miembro de la familia, la separación de los padres, etc. No podríamos elaborar un manual para padres, porque sería imposible abarcar todas las posibilidades, las formas, todos los casos, todas las opciones.Pero sí tenemos la Palabra de Dios para edificar con principios sólidos nuestra casa. «Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón» Hebreos 4:12
Vemos un velo en la paternidad al ignorar la potencia que tienen todos los papás en sus manos a través de la autoridad de Cristo en ellos, y Cristo en la vida de sus hijos. ¿Cuántas veces somos testigos de conversaciones entre madres desesperadas y líderes de adolescentes, donde les piden «a ver si le pueden sacar que les está pasando», o frases como: «fíjate de conversar un poquito con él para que suba las notas en el cole», «intenta a ver si te dice a vos por qué anda tan triste»O padres confrontando a los maestros de escuela dominical porque sus hijos siguen sin entender quien es Jesús, o yéndose de la iglesia porque el pastor no oro por sus hijos, o porque sus hijos siguen en desobediencia. Muchas veces vemos papás ignorar absolutamente la vida interna de sus hijos, y se esperan que un profesional a quien han depositado su confianza hable de sus hijos y con sus hijos lo que ellos no pueden decir o escuchar.

Todo estas acciones o manifestaciones tienen la misma raíz: no entender en toda su profundidad la tarea del padre sobre la vida de los hijos. Por lo tanto todas las frustraciones se proyectan hacia afuera. Tenemos que saber que ya tenemos todo en Cristo para ser papás de estos hijos que Dios nos ha dado: «tenemos toda la inteligencia, toda la astucia, toda la paciencia, toda la autoridad y todo el amor. 6  De manera que alabamos a Dios por la abundante gracia que derramó sobre nosotros, los que pertenecemos a su Hijo amado. [b]   7  Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados. 8  Él desbordó su bondad sobre nosotros junto con toda la sabiduría y el entendimiento. 9  Ahora Dios nos ha dado a conocer su misterioso plan acerca de Cristo, un plan ideado para cumplir el buen propósito de Dios.  10  Y el plan es el siguiente: a su debido tiempo, Dios reunirá todas las cosas y las pondrá   bajo la autoridad de Cristo, todas las cosas que están en el cielo y también las que están en la tierra.  11  Es más, dado que estamos unidos a Cristo, hemos recibido una herencia de parte de Dios, [c]  porque él nos eligió de antemano y hace que todas las cosas resulten de acuerdo con su plan.»  Efesios 1: 6-11