Pensamientos de Identidad

El síndrome del patito feo

La historia del patito feo es muy conocida. La madre pato después de un largo tiempo de haber cuidado sus huevos, está feliz porque llegan a su familia los nuevos integrantes.
Los huevos se van rompiendo uno a uno, y cada pequeño pato es recibido con mucha alegría. De pronto, aparece un patito un tanto diferente. La madre pato detecta enseguida la supuesta anomalía y comienza a establecer la diferencia, rechazando al pequeño para defender el alimento de los que sí encajaban en la estructura de lo que debía ser un verdadero pato.

La historia sigue y es triste. El patito feo, porque hasta ahora su nombre es ese, vaga por varios lugares tratando de insertarse en varias familias, pero no logra su cometido. Atraviesa su crecimiento sin poder definir exactamente quién es, sintiéndose solo y rechazado por todos. Menos mal que su código genético fue apareciendo lentamente junto con su crecimiento, hasta que un día alguien lo nombra como corresponde: “No eres un pato feo, sino un cisne”. Por fin encuentra una familia de bellos cisnes y se une a ellos. Y es feliz. No puedo dejar de ver en esta historia un problema de identidad. El ave al no saber en verdad quién era, llenó su vida de confusión, dolor, historias de rechazo y sufrimiento. Nada de esto hubiera sucedido si, desde un principio, él hubiera sabido que era un hermoso cisne, y que sólo necesitaba crecer y fortalecerse para que, llegado el preciso momento, pudiera revelarse su verdadera identidad. Todo era cuestión de tiempo. La diferencia hubiera sido natural, y no lo hubieran catalogado como “feo”.Muchas veces esta historia se repite. Al no saber quiénes somos, cuáles son las herramientas que Dios nos ha dado, cuál es nuestra tarea, y a qué hemos sido llamados, nos hace sentir como ese supuesto patito feo.
Buscamos un lugar donde insertarnos, tomamos una y otra vez cursos de orientación vocacional para ver si alguien nos dice lo que sería mejor que estudiáramos, o preguntamos a otros lo que solo Dios puede revelarnos a través de su Espíritu Santo. Cada ser humano necesita saber quién es.

Te has hecho alguna vez la pregunta: ¿Quién soy? Quien no tenga certeza, o respuesta alguna a esta pregunta, está enfrentando un problema grave de identidad. Y por lo tanto, llevará una gran crisis de existencia y falta de propósito, lo cual acarrea frustración y desánimo. Esto es así, tanto en el mundo natural, en tu profesión, estudios, familia, como en lo espiritual.

¿Qué es la identidad?

Es el diseño de unidad, del Espíritu de Dios con el espíritu del hombre. Si estamos separados de Él carecemos de identidad. No se trata ni siquiera de pasar tiempo con Él, se trata de posicionarnos y vivir en Él. Vale decir que, mientras dedicamos más tiempo de intimidad con Él, encontraremos más revelación de identidad en nuestra vida. Identidad es la coherencia del hombre, de lo que es en Cristo y el propósito de su existencia. Proverbios 23:7, dice: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él…” Esta verdad es clara: Lo que creemos, o cómo pensamos, determina nuestra manera de vivir. Nadie puede vivir de una manera distinta a lo que piensa de sí mismo. Yo vivo lo que creo, y creo según los valores en los que he sido enseñado a lo largo de la vida.
El mayor problema es que nos han enseñado a creer con el alma, racionalmente, pero eso se encuentra afectado por la condición caída del primer Adán. Por lo tanto, conlleva una forma incorrecta para llegar a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Debes aprender a creer espiritualmente, de acuerdo a lo establecido por Dios y al diseño que Él tiene para tu vida. Dicho de otra manera, tienes que aprender y creer lo que Dios dice.

“y renovaos en el espíritu de vuestra mente” (Efesios 4:23). “Con el fin de formarnos para la obra del Reino, todos necesitamos no solo una experiencia espiritual, sino también vivir en la experiencia del Espíritu Santo y esto traerá como consecuencia un carácter espiritual”
(Watchman Nee).

Necesito deshacer mi falso sistema de creencias, basado en el temor y el rechazo, para eliminar la información equivocada que el enemigo se ha encargado de sembrar año tras año, y ser transformado por el poder de lo que la palabra de Dios declara sobre mi identidad. Es un proceso de destrucción, de destierro de viejas costumbres, aniquilación de conceptos establecidos que corrompen el verdadero potencial, no por lo que yo soy, sino por quien vive en mí: Cristo. No se trata de tu esfuerzo o intención, sino de dejar fluir su Espíritu en tu vida, morir a tu propia voluntad para que Él gobierne y lleve a cabo su diseño para dar comienzo a las nuevas costumbres formadas a través de un proceso de DISCIPLINA, no según tus principios sino los de Dios.