Crecimiento ilimitado ¿A cambio de qué?

El modelo de consumismo y crecimiento personal ilimitado, sin entendimiento, se ha llevado por delante generaciones enteras.
Lo que en principio se pensó como un beneficio, se convirtió en consecuencias negativas: las generaciones presentes entraron en un consumo desmesurado e irresponsable.
La búsqueda del beneficio de los recursos naturales produjo una destrucción del medio ambiente, en muchos casos irreparable.
Un medio ambiente devastado es el resultado de este accionar irresponsable y egoísta, y se puede evidenciar en:

  • Cambio climático global
  • Agotamiento de la capa de ozono
  • Contaminación del agua
  • Deforestación
  • Extinción de especies
  • Degradación del suelo.

Lamentablemente, esta manera de actuar se infiltró en la iglesia; una iglesia que consume y destruye gente, solo con el afán del “éxito ministerial” haciéndose conocidos.
El escenario es distinto pero el accionar es exactamente igual. De hecho, actualmente la mayor parte de la iglesia anhela este modelo para avanzar, y ser influyente en el mundo hoy.  
La verdad es que este modelo nos ha llevado a una fuerte pérdida de identidad, propósito y nos ha retrasado en la restauración de todas las cosas para madurar en el Señor Jesucristo.

Se piensa que una congregación será influyente por la cantidad de gente reúne en un culto, pero esto sólo sirve a los ojos de este mundo y a los políticos que visitan congregaciones. De manera totalmente opuesta, el cielo no se mueve por números sino por autoridad espiritual.

En la ecuación del crecimiento ilimitado de lo que percibimos en la actualidad dentro del ámbito eclesial, está faltando la variante generacional. Entonces una de las líneas más fuertes de pensamiento que dirigen el accionar es que todo tiene que hacerse hoy y en nuestra generación.

Si entendemos que somos cuerpo de Cristo, pero a eso le agregamos el factor generacional, podremos discernir que no sólo estamos llamados a manifestar aquello que se nos ha revelado, sino que debemos desarrollar y proveer una generación en la que Él pueda manifestarse ilimitadamente, y además, proporcionar una descendencia para el cumplimiento de la revelación en el cuerpo de la próxima generación del cuerpo de Cristo.

La mentalidad del rey Ezequías era: que todo vaya bien en esta generación y que la que viene reviente,  sean hechos eunucos y llevados como esclavos a Babilonia. ¡No nos sirve!
 
 
ÉL ES ILIMITADO, NOSOTROS NO.

Es en vano esforzarnos en manifestarnos a nosotros; lo realmente trascendental es dejar que Él sea en nosotros, porque nosotros somos limitados en la vieja naturaleza, pero Él es ilimitado.
Conocemos nuestra propia carne, conocemos que somos iracundos pero si Él es paz en mi, seré pacificador.

Debemos adquirir el crecimiento ilimitado de Cristo, sabiendo que llegará el tiempo de que Él se vaya para que venga el Espíritu Santo, y siendo conscientes de que toda la tarea NO será llevada adelante por nosotros. Todo esto sin dejar de plantear la variante generacional que nos permita ser hallados fieles como cuerpo y no solo como individuos,
Aquí se evidencia que nuestra tarea tiene que ver con el sistema educacional y la capacidad de transmitirles a nuestras generaciones la necesidad del vivir en Cristo.

Por lo tanto, el crecimiento ilimitado está relacionado con que la tierra se llene del conocimiento de la gloria de Dios, por eso en Cristo y por El son reconciliadas todas las cosas.

¿Cómo lograron NOÉ, JOSÉ, ABRAHAM, MOISÉS  ser hallados fieles?

Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido;
 (Hebreos 11:13, 39 RVR1960)
Lo lograron con fe, y la fe es Cristo, Él es autor y consumador de la fe. Fe no es un concepto, es la persona, con lo que nuestro creer debe estar alimentado, si tu alimentas tu creer con dudas nunca accionarás.

Fe ➡️ creer➡️ acción ( manifestación)

Por: Germán Palermo